
Desde el nacimiento de la plataforma en el 2019 hemos conformado un archivo de voces, experiencias y creaciones artísticas de mujeres diversas y disidencias que luchan por la vida digna y la soberanía sobre sus cuerpos y sus territorios. Articularnos desde la pluralidad nos ha implicado un ejercicio de reflexión permanente sobre los sentidos, aprendizajes y conocimientos que están inscritos en nuestra práctica política, artística y pedagógica.
En el camino hemos reconocido que para crear otros mundos posibles es necesario reivindicar el relato en espiral desde la imaginación nómade, esa que también es cíclica y reconoce el dinamismo, movimiento y transformación de los procesos vitales. Del deseo y necesidad de darle un lugar a la transformación de la plataforma, este año con La Ruta Aletosa decidimos vivenciar el artivismo de forma orgánica, es decir, desde la conciencia cíclica de nuestros procesos individuales y colectivos con la intención de explorar narrativas que nos permitan seguir creando estrategias de comunicación feminista y popular para incidir culturalmente en los territorios. Quisimos ampliar nuestra red en la sabana occidental y convocamos a colectivas e individualidades de Tenjo, Mosquera y Chía al comadreo alrededor del Maripocine; y, a través de la metáfora del ciclo vital de la mariposa, exploramos las relaciones de cada una de sus etapas individuales, colectivas y territoriales con el material audiovisual creado en el 2020 por la plataforma.
Asimismo creamos la maripoguía, una cartilla didáctica del ciclo vital de la mariposa que acompañara el proceso y donde quedara el registro de la experiencia. Inicialmente relacionamos al huevo de una mariposa y su transformación en oruga con las imágenes e ideas que nacen al escuchar la canción “Aletosa” y la pregunta ¿cómo y por qué nace algo? Luego, en ese tránsito de la oruga a la crisálida, que es el momento del alimento y el caminar recíproco para crecer fuertes en el recogimiento; reconocimos las resonancias frente a lo que es importante para cada una en relación a nuestros territorios. Seguido del momento en que se rompe la crisálida por la vibración de la eclosión, identificamos lo que puede poner en riesgo a eso que le damos valor, guiado hacia crear las estructuras, relaciones y recogimiento en función de la metamorfosis. Y finalmente, en el primer aleteo de la mariposa, construimos las acciones con las que podríamos transformar esos riesgos; juntándonos para compartir y cantar las arengas que celebran la libertad del aleteo, del vuelo que se orienta por defender el derecho a vivir con dignidad.
Esta ruta ha nutrido la metamorfosis que atravesamos como plataforma porque queremos seguir aleteando y ampliando las posibilidades de atravesar en red, las transformaciones que deseamos en nosotras y nuestros territorios. Nos ha permitido también fortalecer el enjambre por la defensa de la vida desde narrativas cíclicas en las formas de comunicarnos para hacerle frente a los relatos patriarcales, capitalistas y colonialistas que se han impuesto en nuestra imaginación política.
Pudimos comprender que en la linealidad temporal, el tiempo pierde perspectiva del punto de partida, creando la ilusión de ir siempre hacia adelante, y es precisamente esa ilusión la que justifica despojos y extracciones en nuestros cuerpos y territorios. En cambio, en los relatos cíclicos del tiempo se dice que el futuro está a nuestras espaldas, y que lo que tenemos frente a nosotras es el legado de nuestras ancestras, así, en la espiral del tiempo y los múltiples horizontes, nunca se perderá de vista nuestro origen.
María José Ortiz Alvarado y Tatiana Saavedra Gómez